Hemos escuchado hablar sobre lo peligroso que es comer pez globo, un animal sumamente interesante por varias razones, pero únicamente destacaré dos: su mecanismo de defensa, que consiste en inflarse un par de veces su tamaño, y su alta toxicidad (sorprende que un ser vivo siga con vida con tanto veneno dentro).
Es uno de los animales marinos más mortíferos del mundo, tanto para los otros animales como para el ser humano, y esto es porque contiene tetrodotoxina, una sustancia 1,200 veces más venenosa que el cianuro. Para darnos una idea, el veneno alcanza para matar a 30 personas.
Y aun así, se considera una delicia en Japón, donde se conoce como fugu. Es uno de los platillos más exóticos y caros, ya que para su preparación se requiere de chefs profesionales que cuenten con un certificado especial. Cocinarlo es sumamente complicado: tienen que esquivar todas las partes venenosas del pez. Para esto, los chefs se preparan durante tres años, en los cuales estudian diversos elementos como la textura, olor y sabor del pez.
Al término del curso, tienen que presentar un examen final teórico-práctico. El examen teórico ya se imaginarán en qué consiste, ¿el práctico? Tienen que cortar, cocinar y comer el fugu que hayan preparado. Solo el 33% de los candidatos pasa el examen (¿qué sucede con los que no lo pasan? Mejor no averiguar), por eso es un gran prestigio tener la certificación.
¿Esto implica que si son expertos no se han hecho malos cortes? Lamentablemente se han hecho más de una vez, de ahí que sea el único platillo que el emperador japonés tiene prohibido comer y la razón de que esté prohibido en varios países como España y Reino Unido. Y es que, no existe un antídoto a la fecha. A todo esto uno se pregunta, ¿vale la pena el riesgo, será la comida más rica del mundo? Los comensales que lo han probado mencionan que su sabor es como el del pescado blanco, pero más suave; tiene un sabor sutil y, además, deja una especie de cosquilleo agradable en la boca. El platillo más popular es el sashimi de fugu, que se sirve en forma de carpaccio. Uno podría preguntarse qué tanto influye la adrenalina en el deseo de probarlo y el gusto en el paladar.
