¡Baja los codos de la mesa! ¡No hables con la boca llena! ¡Esos no son temas para platicar en la comida! ¡No te limpies en el pantalón, usa la servilleta! Con esta y otras instrucciones fue como muchos de nosotros crecimos con el único objetivo de transformarnos de infantes bestias salvajes a adultos bien educados, capaces de relucir en cualquier evento culinario formal. Sin embargo, en pocas ocasiones nos guardamos un momento para reflexionar sobre estas normas y cómo han cambiado a lo largo de los años los modales en la mesa.

¿Cortar la carne o apuñalar al vecino?
Un hecho del que debemos ser conscientes es que los objetos que utilizamos a la hora de comer no siempre han existido, y no siempre se han usado de la misma manera. Por ejemplo, la servilleta, antes de que existiera como la conocemos hoy, era un trapo largo que se ponía al extremo de la mesa para que los comensales lo fueran ocupando, aunque lo usual era limpiarse en la ropa… o incluso en la ropa del vecino.

Asimismo, el tenedor únicamente tenía dos dientes y era usado como utensilio de cocina y servicio para sostener* la carne mientras se cortaba, es decir, no todos tenían el privilegio de usar uno. Y ya que hablamos de cortar, ¿sabías que el buen hábito de pasar el cuchillo por el mango y evitar dirigir la punta hacia otras personas surgió, en la Edad Media, cuando era “común” que se usara tanto para cortar los alimentos como para acuchillar a los comensales impertinentes que causaban disgusto?

De la higiene a la aristocracia
De tal manera que, si rastreamos los orígenes de los modales de la mesa, podemos identificar que muchos de ellos nacieron de una evidente necesidad de higiene, ya que la mezcla de comida, bebida, saliva, mocos y vómito** resultaba indigno de la ya naciente civilización. Más adelante, ya pasada la etapa de la higiene, podemos ver un momento en la historia de la humanidad en la que los modales se fueron complejizando, con el fin de separar a las gentes de mayor alcurnia y dignidad, aristócratas, del resto del populacho. En esta época, fueron creados muchos manuales de urbanidad y buenas maneras que llegaron a ser verdaderos best sellers, ya que el advenedizo capital llevó a muchos padres mercaderes a invertir en la educación de sus hijos, a pesar de no ser de la nobleza.

Sobre la complejidad de un tenedor
Y pasó lo que pasa con todas las tendencias: se volvió demasiado complicado y las personas ya no supieron con qué se come aquello. Había tenedores diferentes para comer distintas partes de un pescado, así como cucharas y tenedores para cada postre, incluso cada parte del tenedor se usaba para alimentos específicos; solo se requerían tres dedos para sostener los cubiertos, en lugar de la mano completa. Los temas a tratar se fueron refinando, quién y cómo se corta y pasa la carne… En fin, aquello requería de años de crianza para ser memorizado.

¿Y de qué se trata hoy en día?
Con el paso del tiempo, esas costumbres se fueron simplificando para hacer la vida un poco más llevadera y ligera. Sin embargo, la reflexión perdura: todo cambia, los tiempos y las necesidades cambian. Hoy en día, nos limitamos a usar solo lo necesario y, después de una pandemia, simplemente procuramos esparcir lo menos posible nuestros fluidos a la hora de comer.
*Dicho sea de paso, la palabra tenedor viene del verbo tener, en el sentido de sujetar, que alude a su función de sostener la carne para cortarla.
**En la antigua Roma había canales o recipientes destinados a reunir el vómito que se provocaban los comensales después de un gran festín para hacer espacio para más deliciosos alimentos.