Uno de mis héroes culinarios, Andrew Zimmern, tenía un programa llamado Comidas Exóticas, en el cual viajaba alrededor del mundo probando las cosas más raras que podrían existir. Algunas le gustaban, otras no, pero siempre estaba dispuesto a probar algo diferente. Siguiendo sus pasos, presento aquí una selección de los platillos más extraños del mundo, ya sea por su preparación, presentación u origen. No nombro varios platillos mexicanos que nos resultan normales, pero recordemos que el huitlacoche, los gusanos de maguey, los escamoles, entre otras delicias de nuestra cocina, aparecen en los primeros lugares de varias listas de comidas diferentes.
Sopa de nido de golondrina

Esta especialidad china encabeza la lista al no tratarse de un animal o un vegetal, sino de un producto elaborado por un ave. La sopa se prepara con nidos de golondrinas, hechos con saliva solidificada que, al diluirse en agua caliente, crea un caldo gelatinoso altamente delicioso (experiencia propia). Este manjar, también conocido como sopa de nido de ave, puede ser dulce o salado y se vende en los restaurantes más exclusivos y caros de China (y otros países asiáticos). Ojo, no dejes que te den gato por liebre, en la actualidad algunos restaurantes utilizan grasa de cerdo para reducir costos.
Sangre de víbora

Aunque no la he probado, sí la he visto servirse directamente en mi mesa. En China –aunque también se consigue en otras partes de Asia, como Vietnam o Camboya– es considerada un estimulante y vigorizante. Durante mi primera visita a este país, pedí víbora para probarla. Después de un leve tiempo de espera, un mesero se acercó a la mesa con el animal vivo que comería, enroscado y serpenteando en sus manos. Hizo algunos movimientos mostrándome el reptil y, de la nada ¡zas!, con un cuchillo le abrió la panza y sirvió la sangre esmeralda en dos vasitos. No la bebí (ni la bilis, que también sirven en otro vasito), pero el platillo estaba muy rico y la carne extremadamente suavecita.
Hakarl

Este platillo, proveniente de Islandia, tiene detractores por todo el mundo. Y no es para menos, pues no importa tanto que la carne sea bastante rara (tiburón de Groenlandia), sino lo que sucede durante su elaboración: se fermenta alrededor de tres meses debajo de la tierra para que expulse sus altos contenidos de ácido úrico y óxido de trimetilamina, que de otra forma la harían venenosa. Después de ese tiempo, la carne se cuelga en cabañas para secar y madurar. Dicen que el sabor es tan fuerte que muchas personas vomitan la primera vez que la prueban. Otros (la minoría de los islandeses), la considera una delicia que se debe de maridar con brennivín, un aguardiente islandés (supongo que para pasar más fácil el bocado).
Huevos milenarios

¿Te comerías un huevo que lleva semanas o meses fermentando? Probablemente no, pero, como reza el adagio, “en la comida china se come todo menos las plumas”. En algún momento de la humanidad, alguien en el Lejano Oriente consideró oportuno añejar (aunque algunas teorías suponen un olvido) un huevo de pato bajo barro, ceniza y sal. El resultado es un huevo de color esmeralda y de una textura bastante gelatinosa (a falta de adjetivos más específicos). Algunas personas que lo han probado dicen que es delicioso, con sabor a huevo duro, pero mucho más intenso y sulfúrico. ¿Será? Se sirve con jengibre encurtido.
Balut

Originario de Filipinas, el balut no es otra cosa que comer feto de pato en su cascarón. Así como suena. Es un huevo que se cocina en agua hirviendo y, para evitar que el embrión desarrolle plumas y huesos, se debe de comer antes de los 22 días de fertilizado. Una vez abierto, se le agrega una salsa picante y ácida que, dicen, balancea mucho el sabor. Se trata de un platillo típico callejero filipino que, en los últimos años, ha tomado preponderancia en restaurantes, donde ensayan variaciones modernas de este extraño alimento.
Sannakji

¡Dos pulpos vivos, por favor! Eso es lo que pides cuando ordenas el platillo coreano sannajki. Se prepara con un pulpo pequeño, que abunda en las aguas frías de Corea, y existen tres formas de comerlo. La primera: completo, sumergiéndolo en un aliño de soju (un destilado coreano) y aceite de ajonjolí. La segunda opción es enrollando el pulpo en palillos, para un consumo más fácil. Por último, se puede servir troceado en un plato. Sin importar cuál sea la salsa que acompaña al pulpo (que seguirá retorciéndose antes de ser ingerido), siempre debe de consumirse con aceite de ajonjolí para evitar que los tentáculos se peguen a tu garganta, reduciéndose así el riesgo de asfixia.