Todos conocemos la historia: fueron las monjas agustinas del convento de Santa Mónica en Puebla, quienes, en honor al libertador Agustín de Iturbide, crearon los exquisitos chiles en nogada. Si bien esta historia tiene muchos giros y volteretas, lo que al equipo detrás de esta columna gastronómica le parece controversial es el hecho de que este platillo fue presentado originalmente, ¡como un postre!

Al parecer, nuestras míticas monjas se inspiraron en una receta que data del siglo XVI, la cual consistía en chiles rellenos de carne picada con frutos secos y frutas frescas para después ser bañados en una salsa blanca hecha a base de nuez. Suena familiar, ¿cierto? De acuerdo con la anécdota resulta que la aportación de estas buenas mujeres fue más estética que culinaria, ya que lo único que agregaron fue el perejil y la granada para darle a este delicioso platillo los colores del ejército Trigarante. El resto es historia.

Ahora bien, entremos a lo que nos atañe: ¿puede el chile en nogada considerarse un postre? Hagamos una check list con las características debe tener:
Un postre es dulce
Gracias al acitrón y las frutas contenidas en el relleno, sin duda los chiles poseen este rasgo distintivo, así como su sabrosa salsa de nuez.

Suelen tener diferentes texturas y temperaturas
Check de nuevo, ya que el capeado contrasta con su relleno de carne, los pedazos de frutas y las semillas. Además, muchas versiones son servidas con el relleno caliente y la salsa fría.
Son coloridos
¡Acertamos de nuevo! Su combinación de verde, blanco y rojo hace que sean atractivos a la mirada.

Se sirven como broche de oro al final de la comida
He aquí donde ya no podemos decir que son un postre, pues se sirven como plato principal.
Al final pensamos que después de un atracón de chiles en nogada, difícilmente comeremos algo después. Así que ya sabes, ya sea como postre o como platillo principal, no te pierdas este manjar mexicanísimo. ¿No sabes dónde comerlos? Acá te decimos.