Una verdad penosa, que todos conocemos pero que pocos estamos dispuestos a reconocer: habitar y trabajar en una gran ciudad (como lo es la CDMX) puede ser una experiencia abrumadora de vez en cuando. Si le preguntas a cualquier transeúnte de manera aleatoria, es probable que te mencionen una serie de problemas comunes como el tráfico metropolitano, la contaminación ambiental y sonora, el transporte público y las jornadas laborales (sobre todo para la aimplia mayoría de nosotros, que tenemos un trabajo de oficinista). Y muchos dirán: pero, ¿cómo es que esto puede afectar o influir nuestra experiencia gastronómica? He aquí la respuesta: el ajetreado ritmo de esta ciudad muchas veces nos hace disfrutar muy poco de los espacios que tenemos para nosotros mismos, para darnos un gusto. Tenemos muy reducidas oportunidades de degustar con calma un platillo, un postre o un café.

La desconexión de nuestros pequeños momentos gastronómicos, más allá de ser desafortunada o desfavorable para nuestra salud mental, también lo es para la salud física, ya que está comprobado científicamente que es malo para el organismo comer rápido. Entonces, ¿cómo podemos encontrar ese espacio en el que podamos disfrutar genuinamente de una comida variada, pero al mismo tiempo asequible para nuestros horarios y/o presupuesto?
Los bistrot son restaurantes de comida corrida (generalmente casera) que surgieron durante la Segunda Guerra Mundial en Francia, fruto de sus más frecuentes comensales, soldados rusos, quienes exclamaban “¡bistra!” (¡de prisa!) al solicitar su comida. Al día de hoy, este formato de restaurante sigue vigente, y es en el que la chef Marion nos presenta su polifacética propuesta.

“Cuando pensé en Bistrot M por primera vez, pensé en las cosas que yo solía comer en mi casa cuando niña […] la comida casera siempre ha tenido un lugar especial en nuestros corazones”.
“Deseo que los clientes puedan tener una experiencia gourmet, al alcance del presupuesto de un trabajador promedio”.
Bistrot M tiene la particularidad de que ningún menú del día es igual al otro, las recetas se reinventan constantemente, presentando así múltiples platillos de especialidad cada semana. El Bistrot M también cuenta con una tienda de productos culinarios de alta calidad, tales como pan artesanal, condimentos, especias y bebidas artesanales.

“Lo más gratificante es experimentar con los sabores, y ver a los comensales satisfechos”.
Marion también aprecia profundamente a los comensales frecuentes, quienes le tienen cariño a la franquicia y a la comida, ya que son ellos quienes hacen que un negocio culinario crezca. Para Marion, los clientes que regresan a pesar de que la experiencia varíe son quienes hacen que un restaurante sea exitoso.
“Nuestra meta es ofrecer a las personas platillos de especialidad a un precio alcanzable y sensato, pensando en personas que vengan de la oficina y deban regresar después”.