El origen de muchas recetas o ingredientes es difícil de esclarecer, ya que se trasmiten de forma oral y no hay un registro escrito de ellos. Muchos platillos o insumos están tan vinculados a nuestra historia que no sabemos quién los inventó ni cuándo, simplemente crecemos con ellos. Existen, eso sí, algunas recetas y/o productos cuyo origen fue documentado y ha pasado a la posteridad. Aquí te compartimos 5 historias culinarias únicas.
India Pale Ale

En el siglo XVIII, en Inglaterra, se acostumbraba exportar cerveza a la India. Cuenta la leyenda que, para que aguantara el pesado viaje, se le añadía más lúpulo y más contenido alcohólico, pues estos ingredientes ayudan a preservarla. La idea era que cuando llegara a su destino se diluyera para su consumo, pero al parecer a la gente le gustó así como estaba: fuertemente lupulada y pegadora. Hoy en día, las IPA se han convertido en el estandarte del movimiento artesanal cervecero.
Carpaccio

Las delgadas lonchas de carne que se sazonan con limón, aceite de oliva, trufa blanca, parmesano, sal y pimienta son muy apreciadas por los foodies en todo el mundo. Menos conocida es su historia, que data de 1963, cuando el fundador del Harry’s Bar de Venecia, Giuseppe Cipriani, lo inventó para la condesa Amalia Nani Mocenigo, quien al parecer necesitaba, por recomendación médica, comer carne cruda. Así, Cipriani creó este platillo al que decidió llamar carpaccio en honor a Vittore Carpaccio, un pintor italiano del siglo XV en cuyo trabajo destacaban el rojo y blanco, como el platillo.
Ensalada César

Esta famosa ensalada es atribuida a César Cardini, quien la inventó en su restaurante Caesar’s en Tijuana un 4 de julio de 1924 cuando se le acabaron los insumos en la cocina. Con lechuga romana, crutones, limón, aceite de oliva, huevo, ajo, mostaza de Dijon, queso parmesano, pimienta negra y salsa Worcestershire, comenzaron a servir esta ensalada que se preparaba directamente en la mesa de los comensales por el chef. Aunque la versión moderna cuenta con anchoas, en un principio no era así, pues el sabor a pescado provenía de la salsa inglesa, de la cual hablaremos en un momento. Esta ensalada se volvió tan famosa que ahora el adrezo César se vende mundialmente.
Salsa Worcestershire

Conocida también como salsa inglesa por su impronunciable nombre en inglés, se comenzó a elaborar por órdenes directas del destino, el olvido y la fermentación. En 1835, un oficial del ejército británico se enamoró, durante su estadía en Bengala, de una salsa de pescado local. Su amor fue tan arrebatado que se llevó una muestra a Inglaterra, donde le pidió a dos químicos, John Wheeler Lea y William Henry Perrins, que la analizaran y la recrearan. Descubrieron que los ingredientes que contenía la salsa original eran anchoas, pasta de tamarindo, cebollas, ajo y especias. El resultado fue tan desagradable que guardaron la salsa en un sótano, donde comenzó a fermentar en secreto durante mucho tiempo. Cuando la probaron años después, el sabor era increíble. Hasta la fecha, se sigue utilizando el mismo método de preparación.
Queso roquefort

Cuenta la leyenda que este queso se descubrió por casualidad. Un pastor que se sentó a comer cerca de las cuevas de Combalou al sur de Francia vio pasar a una muchacha muy bonita y se fue detrás de ella, dejando su pan y su queso de cabra a la sombra de las cuevas. Algunas semanas después, regresó y se encontró el pan duro y el queso entreverado con moho azul (Penicillium roqueforti). Decidió probarlo y, cuando lo hizo, le gustó tanto que comenzó a dejar sus quesos en el mismo lugar durante un tiempo para que maduraran. En la actualidad, el queso roquefort tiene denominación de origen y solo se puede añejar en las mismas cuevas para desarrollar su famoso sabor intenso.