La historia detrás de la comida es extraordinaria, fabulosa e incierta. Y aunque muchos quisiéramos rastrear sus orígenes a datos concretos, la verdad es que difícilmente se pueden esclarecer los albores a su alrededor. Así que tomen estas anécdotas con escepticismo, pero con la certeza que, sin importar si son reales o no, dicen mucho de la belleza de la gastronomía y los alimentos.

Se te fueron las cabras al monte
El origen del café es difuso, y aunque es comúnmente aceptado que proviene de África, todavía no se sabe quién o quiénes fueron los que comenzaron a elaborarlo como lo conocemos el día de hoy. Una de las leyendas más conocidas es la de Kaldi, un viejo pastor al que le gustaba tocar la flauta mientras cuidaba a su rebaño. Un día, al ver que no le hacían caso, descubrió que estaban todas alteradas y excitadas, brincando y corriendo de un lado al otro. Se dio cuenta de que habían estado comiendo las hojas y frutos de un arbusto que no conocía, el cafeto. Después de consumirlas él mismo, se sintió con más energía y feliz. El resto es historia.

De la importancia de escribir claramente
En 1871, un pescador de Bilbao de apellido Gurtubay y de nombre Simón encargó a Noruega “30 o 40 hatillos de bacalao” —los números y las medidas cambian en diferentes fuentes; algunos dicen que fueron 100 o 120 bacaladas; otros, mencionan toneladas—. Sin embargo, en el país nórdico confundieron la “o” con un cero y le enviaron 30,040 paquetes de bacalao seco, que lo dejaron en la ruina económica… Cuando la segunda guerra carlista detonó y Bilbao fue sitiado, el poder de la sal y la conservación del bacalao se hicieron patentes (una vez más), pues Gurtubay pudo alimentar a la población con su (exceso de) bacalao, que a la vez le granjeó una considerable fortuna… O así dicen.

Algo bueno sobre los retrasos de las aerolíneas
El aeropuerto civil de Foynes, Irlanda se convirtió durante la Segunda Guerra Mundial en uno de los más grandes de Europa. Era una parada frecuente para recargar gasolina y seguir volando hacia América por encima del Atlántico. Debido al frecuente mal clima, abrieron un restaurante para que los pasajeros tuvieran donde pasar el rato en caso de un retraso. Se cuenta que, una vez, un vuelo tuvo que regresar y que el chef Joe Sheridan decidió preparar, para aliviar el malestar de los pasajeros, algo rico para beber. Debido al clima, frío y lluvioso, les sirvió un café con whiskey, azúcar y crema batida que, al parecer les quitó el aliento a muchos. Según la leyenda, un pasajero de origen estadunidense estaba tan sorprendido con la bebida que preguntó: “¿Esto es café brasileño?” A lo cual el chef respondió: “No, es café irlandés”. Existen otras versiones, pero la más bonita es esta.

Qué fue primero, ¿la cerveza o el pan?
Aunque muchas personas creen que el pan fue primero que la cerveza, hay fuertes indicios para aseverar lo contrario. La cerveza es una de las bebidas alcohólicas más antiguas de la humanidad; su origen puede rastrearse hasta Mesopotamia, donde bebían un brebaje similar. Según la RAE, la cerveza es una bebida elaborada a partir de la fermentación de cualquier tipo de cereal, por lo cual, en un sentido estricto, el sake podría considerarse como cerveza en su acepción más amplia.

Al parecer, nuestros antepasados eran aficionados de hueso colorado a esta bebida, pues la usaban para diferentes rituales. Se cree que lo sembradíos de cereal se usaban para la elaboración de este exquisito fermento. Una investigación de las universidades de Standford y Haifa analizó el contenido de los morteros de un entierro natufiense (una cultura muy, pero muy antigua, que proliferó cerca de lo que hoy conocemos como Cisjordania) y concluyó que se usaban para trabajar trigo y cebada para la elaboración de cerveza. Al final de cuentas, muchas personas consideran esta bebida como pan líquido y, si no lo creen, pregúntenles a los monjes que bebían cerveza durante sus prolongados ayunos para mantenerse nutridos (pues no podían comer sólidos).