El Día de la Candelaria se acerca y, aquellos a los que les tocó el muñeco y quieran sorprender a sus invitados con unos tamales diferentes, continúen leyendo. En este artículo, les vamos a dar 10 recomendaciones que no son los clásicos que se encuentran en CDMX, sino de otras latitudes e ingredientes. Se calcula que hay más de 500 tipos de tamales solo en nuestro país; por lo tanto, es todavía un mundo de sabores por descubrir.

La palabra tamal proviene de náhuatl tamalli, que significa “envuelto”, y se elabora con masa de maíz, rellena de verduras, carne o frutas. Se envuelve en hojas de maíz o plátano y se cocina al vapor. Se trata de un platillo de ascendencia prehispánica que sigue siendo al día de hoy fuente de inspiración y sinergia gastronómica tanto para reconocidos chefs como para entusiastas de la cocina.
Corundas
Originarios de Michoacán y de forma triangular, estos ricos tamalitos eran un platillo que degustaba la nobleza purépecha. Se acostumbraba servirlos con carnes y salsas, aunque la receta se ha modificado en la actualidad. Ahora, se elaboran con verduras, queso y tequesquite, y se envuelven en una hoja de maíz. Se sirven con salsa verde o roja.

Tamal de chipilín
Oriundo de Chiapas, este manjar regional se elabora con hojas de chipilín (un arbusto de la zona), cuyo sabor único se mezcla con la masa, el caldo y la manteca de cerdo. Existen muchas variantes y se llega a disfrutar incluso en el estado de Tabasco. Se sirven con salsa verde o roja, y se preparan para fiestas y eventos especiales.

Tamales canarios
Un pequeño manjar dulce (otra vez proveniente de Michoacán) que se elabora con esmero para festividades especiales. Se trata de un tamal amarillo, cuyo color deriva de la harina de arroz, los huevos y la leche, que se asemeja a un canario. En algunos lugares, como el Estado de México o Querétaro, se les añade pasas. Son una excelente opción para desayunar acompañados de un chocolate caliente o atole. Son suavecitos y súper esponjaditos.

Tamales barbones
Sinaloa guarda en su ser un secreto que debería conocerse más: los tamales barbones. Originarios de la ciudad costera Escuinapa, estas delicias se preparan con camarones y chiles guajillo. Obtienen su nombre debido a su preparación, pues la cabeza y las barbas del camarón sobresalen por uno de sus extremos. Otro platillo más que habla de la variedad gastronómica de este estado.

Tamales de chaya
Comunes de los estados sureños de Campeche y Chiapas, estos ricos tamales se elaboran con hojas de chaya (un árbol nativo de la península de Yucatán), picadillo de carne de cerdo, aceitunas, alcaparras, pasas y jitomate. De sabor dulzón, se sirven con salsa de jitomate y pepitas de calabaza. Se pueden encontrar en diferentes variantes, que incluyen huevo duro picado o, en vez de estar envueltos en hoja de plátano, lo están en la misma hoja de chaya. Sin importar dónde los pruebes, son deliciosos.

Tamal de muerto, huasteca queretana
De lúgubre y oscura tradición, los tamales de muerto son típicos de la huasteca queretana y, aunque se sirven principalmente para celebrar el Día de Muertos, coronan las mesas de muchas otras fiestas. Se elaboran con maíz azul (por el luto) y se pueden preparar dulces, con piloncillo, o salados con adobo de chile guajillo y queso. Cuenta la leyenda que existía un curandero llamado el Gran Tuno, que bañaba con agua a los difuntos, la cual se usaba para preparar los tamales que se darían en ofrenda durante su velorio —algunas versiones mencionan que también se usaba ceniza—. Aunque no se puede corroborar esta anécdota, el tamal de muerto perdura hasta la fecha como un platillo ligado a la memoria de aquellos seres queridos que ya no se encuentran con nosotros.

Zacahuil, huasteca veracruzana
A diferencia del tamal normal, el zacahuil se prepara con una masa de maíz martajado que le brinda una textura quebradiza única. Además, se le considera el tamal más grande de México, pues no se elabora en piezas pequeñas, sino como una gran pieza que puede pesar más de 50 kilos y alimentar a un pueblo entero. Se cocina con carne de cerdo o guajolote, salsas de chiles regionales, especias y se envuelve en hojas de plátano. Aunque es originario de la huasteca veracruzana, se come en diferentes estados, como Hidalgo, Puebla o Tamaulipas. Se sirve en porciones, que se van cortando conforme se pida, y salsa mortajada.

Tamal de elote uchepo, Michoacán
Los fanáticos de los tamales de elote tendrán en esta variante una gran opción para saciar su antojo. Originarios de Michoacán y partes de Guerrero, los uchepo —que en purépecha significa “tamal de elote fresco”— se elaboran con maíz joven, que destaca por su dulzura y suavidad. Según la receta, se les añade leche o nata, lo que les da una consistencia muy esponjosa. Aunque dulzones por naturaleza, no se consideran un tamal dulce. Se pueden servir con guisados de carne de puerco o solos con salsa de jitomate, crema y queso fresco.

Mucbipollo, Yucatán
Yucatán, con su amplio bagaje culinario, no podía quedarse atrás y el mucbipollo (del maya mikbil, que significa “enterrado”) es sin duda un gran exponente que se sirve durante la época del Día de Muertos. Se puede elaborar con carne de pollo, guajolote o puerco y una mezcla llamada kol —el mismo caldo donde la carne se hirvió con la masa y el achiote—. Se envuelve en hojas de plátano y se entierra para su cocción. Una delicia y un gran tentempié para las ánimas en su peregrinar.

Tamal de bola, Chiapas
Los tamales de bola (debido a la forma con la cual se envuelven en la hoja de maíz) son otro gran exponente culinario del hermoso estado de Chiapas. Elaborados con diferentes chiles, incluyendo el local simojovel, jitomate y especias que conforman la salsa donde se cocinará la carne de cerdo, cada bocado de este platillo rememora las tierras que lo vieron nacer. Se pueden comer acompañados o solos para disfrutar de su jugosa suavidad.
